Aún a riesgo de ser considerado oportunista, hoy quiero hablar de la energía nuclear; o mejor dicho, en contra de la energía nuclear. Y lo voy a hacer hoy porque tenemos muy mala memoria y el lobby nuclear mucha capacidad para hacer olvidar o tergiversar los hechos.
Hoy, 12 de abril de 2011, el gobierno de Japón ha elevado el nivel de gravedad del accidente en la central de Fukushima hasta el nivel 7: el nivel que alcanzó la que hasta ahora era la mayor catástrofe nuclear civil, y el máximo según la escala INES (Escala Internacional de Eventos Nucleares).
Y no, no he cambiado de opinión. La verdad es que la energía nuclear siempre me ha parecido una pésima solución energética, y no especialmente por el riesgo de accidentes de esta magnitud o menores, sino por un conjunto de factores entre los que también se encuentran, por supuesto, el riesgo de fugas radiactivas.
Porque llevo mucho tiempo escuchando argumentaciones a favor de la energía nuclear en la cual se utilizan los adjetivos limpia y segura. Y no es ni una cosa ni otra. Quizá el riesgo de accidentes nucleares realmente graves como éste es pequeño, pero sus consecuencias son enormes: centenares de kilómetros cuadrados que deberán ser desalojados durante décadas (lo que resulta especialmente grave en un país como Japón, donde no les sobra territorio precisamente), miles de personas afectadas en mayor o menor grado, y ecosistemas enteros afectados, contando con la dispersión del os contaminantes a través del aire y mar.
Pero es que además de estos grandes accidentes, existen muchos otros pequeños incidentes como los llaman, presuntamente inocuos. El problema, que yo personalmente no me creo lo que puedan decir las compañías gestoras de las centrales nucleares ni los propios gobiernos, después de haber demostrado, en este caso y en tantos otros, que son de todo menos transparentes.
Pero, como siempre, mi principal argumentación en contra del uso de la energía nuclear es por la problemática gestión de los residuos radiactivos generados. Porque, debido a la elevada vida de los residuos de mayor actividad, creo que resulta cuanto menos iluso pensar que pueda encontrarse un emplazamiento y una tecnología con un porcentaje de seguridad admisible para garantizar que esos residuos permanecerán controlados durante cientos o miles de años. Y, sobre todo, como dice nosinmibici, creo que no resulta ético dejar semejante responsabilidad a las generaciones para una energía que vamos a disfrutar nosotros.
Y, además de sucia, insegura y poco ética, creo que la energía nuclear, en contra de lo que siempre se dice, es cara. Es cara si, como debería ser, se incluye en el precio todos los gastos asociados. Personalmente creo que es iluso pensar que la nuclear pueda ser una energía competitiva si se incluyesen los gastos de construcción de una central nuclear (subvencionados) y, sobre todo, los gastos de gestión y control de los residuos durante varias generaciones.
A este respecto, recomiendo el documental que emitieron el otro día en la televisión sobre la gestión de los residuos radiactivos. Quizá pueda considerarse sesgado pero no creo que haya ninguna mentira en él. Aquí lo dejo: La pesadilla de los residuos nucleares. En él, queda muy claro además la poca credibilidad que se puede otorgar tanto a gobiernos como a empresas en todo en general, pero especialmente en materia nuclear.
Espero no haber resultado demasiado exaltado; me he mordido la lengua, de verdad. Y, bueno, como a todo hay que echarle algo de humor, la explicación del título del post para quien no lo conozca, que de todo tiene que haber…: